¡Hola, alma bonita!

Desde siempre he sentido que mi vida está entrelazada con crear con mis manos, con mi alma, y dar forma a piezas que solo se sienten con el corazón. Cada paso me ha llevado hasta aquí: Ànima Dríada, un espacio donde la madera, el alma y la magia se encuentran para dar vida a creaciones cargadas de intención y energía.

Soy Judit, y esta es mi historia

Ànima Dríada nace después de un largo viaje de creación y de búsqueda interior. Siempre he sentido que mi conexión con la madera viene de mucho más allá de esta vida. Nadie me enseñó a trabajarla: simplemente, poco a poco, mis manos comenzaron a recordar lo que mi alma ya sabía.

Desde pequeña disfrutaba creando con mis manos: desde sencillas manualidades hasta atreverme a usar a escondidas la caladora de mi padre para fabricar pequeños muebles donde guardar mis tesoros. Crecí en un entorno rural, rodeada de viñas y bosques, donde la naturaleza me enseñó a escuchar, a crear y a enraizar. Nunca me fui del todo: aunque cambié de casa, sigo viviendo en este mismo lugar, porque no concibo un sitio mejor para nutrir mi inspiración que la tierra donde todo comenzó.

Hace diez años me mudé con mi pareja a nuestro hogar actual, y pude cumplir uno de mis mayores sueños: tener mi propio taller. Poco a poco fui dando forma a ese espacio y, al mismo tiempo, a las piezas que decoraban nuestra casa: mesas, muebles, jardineras, incluso una caseta para mis gallinas. Creaba para mí, para nosotros, porque necesitaba dar vida con mis manos y mantenerme conectada.

El nacimiento de mi hija, hace ocho años, marcó un despertar profundo. Ella fue, y sigue siendo, mi mayor motor. Inspirada por su crecimiento, empecé a diseñar materiales educativos y mobiliario de motricidad Pikler. El taller creció, y con él también lo hizo el proyecto: llegué a asociarme y a fundar una marca muy reconocida en el sector. Fue un camino importante, pero pronto comprendí que mi alma me pedía seguir otro rumbo. Y lo solté.

Más adelante formé parte de un negocio de pastelería creativa, donde me encargaba de la parte artística y del diseño. Allí aprendí a celebrar los ciclos de la naturaleza y los sabbats a través de dulces y rituales: troncos de Yule, pasteles de Ostara, dulces de Samhain… Fue un aprendizaje mágico, pero nuevamente entendí que tampoco era mi verdadero camino. Cuando sentí que ya había cumplido mi misión, lo solté.

Aun así, nunca dejé de crear. Mis máquinas y mis manos siguieron activas en proyectos personalizados para bodas, celebraciones y decoración. Trabajé de manera freelance y colaboré con wedding planners. Porque, aunque los caminos cambiaran, había algo inmutable en mí: crear era mi manera de estar viva. Dar forma a piezas que acompañaban momentos tan únicos y llenos de amor, como una boda, me hacía sentir parte de la magia de esos instantes irrepetibles. Ese camino nunca lo solté: hoy sigo creando recuerdos personalizados y especiales, aunque a un ritmo distinto, más en armonía con mi propia esencia.

El verano pasado, tras la partida de mi abuela paterna, sentí un nuevo llamado, tan profundo e intenso como el que viví al convertirme en madre. De ella aprendí la constancia, a no rendirme, y el verdadero significado del amor: un amor puro, sagrado, que no espera nada a cambio. Un amor que se entrega con paciencia, con la ternura de quien siembra sabiendo que los frutos llegarán a su debido tiempo. Ese amor incondicional me enseñó a valorar los pequeños gestos, a cuidar lo que nace de mis manos y a poner el corazón en cada creación.

Su legado, unido al de las mujeres de mi linaje, me guía hoy y me sostiene:

De mi abuela materna heredé el arte del Tarot y la sabiduría de los sueños.

De mi madre, la fuerza de la manifestación y la magia de los rituales.

Y aunque no llegué a conocer a mi bisabuela, sé que fue curandera y que sanaba con sus manos.

Ese linaje, unido a la naturaleza que siempre me ha acompañado, son las raíces de Ànima Dríada. Aquí canalizo a través de la madera, de mis manos y de mi corazón, recordando lo que mi alma ya sabía desde antes. Cada pieza que nace en mi taller lleva un pedacito de mi esencia y una intención energética.

Hoy comprendo que todos los pasos de mi camino fueron necesarios: cada proyecto, cada creación, cada renuncia. Todo me nutrió, me enseñó y me preparó para entregarme de lleno a esta misión.

Ànima Dríada no es solo un proyecto: es mi hogar espiritual convertido en arte.


Si has llegado hasta aquí, quiero darte las gracias de corazón. Nada es casualidad: si estás leyendo estas palabras, es porque algo nos une en este momento. Confío en que mi historia y mis creaciones lleguen a ti como tenían que hacerlo, en el instante perfecto.

Gracias por leerme, gracias por estar aquí 🌿